Os recomendamos pasear por los bellos callejones laberínticos del Barrio Judío, uno de los mejor conservados de todo el mundo, y descubrir en él algunos de sus magníficos patios y monumentos, como los Baños Árabes. Y, por supuesto, visitar la imponente Catedral de Girona, uno de los símbolos de la ciudad que combina los estilos románico y gótico y que cuenta con la nave gótica más ancha del mundo de casi 23 metros. El monumental conjunto románico formado por Sant Pere de Galligants y la capilla de Sant Nicolau es otro de los muchos atractivos gerundenses.
Para captar el ambiente alegre y relajado de Girona, nada mejor que sentarse en alguna terraza bajo los soportales de la conocida Plaça del Vi o de la Rambla Llibertat, paralela al río Onyar, que podéis cruzar por los míticos Pont de Pedra o el Pont de Ferro de Gustave Eiffel. ¿Os podéis resistir a hacer la típica foto de las casas sobre el río Onyar con sus vivos colores reflejados en el agua?
La arquitectura modernista y novecentista, tan asociada a Barcelona, también está muy presente en Girona. El arquitecto Rafael Masó es el máximo exponente de este cambio en el paisaje urbano de la ciudad a lo largo del siglo XX.
Si todavía tenéis ganas de pasear un poco más, podéis recorrer el extenso Parque de la Devesa o bien adentraros en el Valle de Sant Daniel. Lleno de fuentes de agua y con una densa vegetación, donde destaca el monasterio benedictino del siglo XI, podéis recorrerlo a pie o en bicicleta.